El quinto día fuimos a Bergamo en tren. Dado que es una ciudad linda, fácilmente la puedes recorrer en 2 o 3 horas. Y por no saber, dejamos más horas ahí, así que prácticamente toda la tarde la pasamos en la estación del tren esperando (intentamos cambiar los boletos para más temprano, pero no habían ya). Probablemente podríamos haber seguido conociendo la ciudad, pero estabamos cansados y preferimos quedarnos en la sala de espera leyendo.
Por la noche llegamos a Florencia y después de caminar media hora arrastrando las maletas, llegamos al hostel. Era ya de noche, así que sólo nos dormimos.
Al día siguiente, paseamos por Florencia. Es la tercera vez que voy, y cada vez me enamoro más de ese lugar. Recorrimos la ciudad por algunas calles que no conocíamos, pero la verdad, casi todo fue visitar aquellos lugares que aunque ya habíamos ido, nos gustan tanto: la Piazza Signoria, el Museo del Uffizi, el Duomo y el Ponte Vecchio (nos quedamos ahí para ver el atardecer). También fuimos a un lugar que mi mamá no había estado: a la Piazzale Michelangelo, donde se puede ver toda la ciudad desde arriba. Ahí encontramos un parque (giardino de las rosas) y ahí comimos pizza y ensalada.
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