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martes, 11 de enero de 2022

¡Se acabó el 2021!

 (Este post originalmente sólo lo iba a publicar en patreon, donde salió el 1, pero decidí compartirlo por aquí también)

¡Se acabó el 2021!

Fue un año muy raro. En muchos aspectos lo sentí peor que el 2020, a pesar de que pude ver más a mis amigues y salir un poco más del encierro. Pasaron muchas cosas difíciles a mi alrededor, a gente que quiero; me dio covid, me aumentó la carga de trabajo (pero no el salario) y mentalmente me costó más trabajo todo.

Pero también tuvo sus cosas buenas, momentos lindos de compartir con la gente, muchísimos libros buenísimos, algunos logros e hice cosas que sí me dan mucho orgullo. Así que este post es para compartirles las cosas buenas, y para mí darme cuenta de que sí hice cosas (porque siempre siento que no es suficiente, qué cansado).

Logros

¡Llegué a 2 mil suscriptores en youtube! Y festejé haciendo un cambio de imagen con el arte de azherwind. 


Me nominaron a un premio Hugo, por leer. Estuve participando como lectora para una edición de la revista Strange Horizons y al nominar a la revista nos incluyeron a todes les colaboradores. Ver mi nombre anunciado ahí se sintió bonito. Aunque no ganamos :(


Uno de mis proyectos del año fue crear un calendario de eventos de My Hero Academia en español. Quiero que crezca el fandom en este idioma (más bien las cosas que se hacen, porque muchos hispanohablantes hacen las cosas en inglés). Lo pude mantener activo, actualizado y ha crecido bastante. Me da mucho orgullo *se limpia la lagrimita de felicidad*

El podcast que llevo con Nea, No somos Unicornios, ha seguido activo, sacamos 11 episodios. No es tan constante como quisiéramos, pero por algo avisamos que sacaríamos episodios cada que pudiéramos. La verdad es algo que me gusta mucho hacer.

Hice mi primer stream de Twitch. Quiero seguir haciendo más, pero luego hacerme el tiempo me cuesta, con tanta otra cosa que llevo. Pero igual me dio gusto animarme y al menos poder hacer uno. 

Escribí bastante menos de lo que me hubiera gustado, pero no por ello poco. Por segundo año consecutivo logré escribir los 12 relatos del reto de 12 meses, 12 relatos y saqué varios fanfics también. Entre los que más me gustaron están: Esponjosos conejitos, El viento es la melodía que mueve tu corazón y Enfoque manual

Hice una cuenta de tiktok para hablar de libros

Por primera vez me invitaron a algo por ser friki. Siempre que he estado en pláticas y cosas así es por mi canal de booktube o por LibrosB4Tipos. Pero ahora fue por friki en el especial del día del Orgullo Friki en el FB de Promotores Culturales Comunitarios


Las cosas que más me gustaron del año 

Leí muchísimo. 263, entre libros, comics, manga y webtoons. Y casi todo me encantó.

Tomar el Curso de Literatura Fantástica con Paola Rivera Donoso fue de las mejores cosas que he hecho, estuvo súper interesante, aprendí mucho y disfruté.

Me enteré un día antes, y me anoté en un impulso, pero asistir a la FujoCon fue una de mis experiencias favoritas de este año, y además me dejó nuevas amistades. Pues de ahí nos fuimos al server EryxOtome y ahora soy mod y me la paso muy bien con la gente bonita que conocí gracias a eso. 

Le cambiamos el nombre y el look a Faërie, nuestro círculo de lectura de fantasía (antes Volver a Hogwarts).

Dos de las pláticas que di: una sobre cuentos y una de Jane Austen


Contenido especial para patreon

Citas 1, 2 y 3 

Intercambio de terror, All Hallow's Read 

Video Haul cosas de Halloween 

Post La joven ahogada, canto de la sirena 

Exclusivos para Fantasía y tiers siguientes

Recopilación de tiktoks de los merodeadores 

Tutorial Sello del Tigre Estigio 


Videos en youtube


Me gustaría que ustedes también me compartan las cosas buenas de su año. Y espero que 2022 esté lleno de cosas bonitas. 

jueves, 30 de diciembre de 2021

Los secretos del caracol

Estaba perdida, cansada, hambrienta y le dolían los pies de tanto caminar en la arena que, al principio, parecía suave, una caricia a los pies, pero conforme avanzaba por la playa se llenó de piedras y pedacitos de conchas que se clavaban en ellos, lastimándola. Pensó que siguiendo la línea del mar, volviendo por sus pasos encontraría de nuevo el lugar donde estaban acampando sus padres. Pero caminaba y caminaba y no llegaba, quizás se había alejado demasiado ensimismada como iba en sus fantasías de ver un delfín o una ballena, que según les había dicho el hombre que manejaba la lancha que los había llevado a la isla, se podían ver al atardecer, jugando entre las olas. No vio ningún delfín, ni ballena, ni siquiera un triste pececito que se acercara a la orilla. 

Había ido recogiendo las conchitas que encontraba completas y guardándoselas en las bolsas de su vestido favorito (porque tenía bolsas era su favorito) y ahora se arrepentía un poco porque sentía que le pesaba. El sol comenzaba a meterse en el mar, coloreando el cielo y el océano de rojos y naranjas preciosos que apreciaría en otra situación, pero que en ese momento sólo le traían angustia de saber que se haría de noche. 

Algo pisó que se le encajó en el pie haciéndola gritar con fuerza y caer hacia atrás, mojándose hasta la cintura por culpa de una ola que llegó. Se sobó el pie tratando de curarse el dolor y vio que se había cortado. Una vez que la ola se retiró buscó en la arena el causante de su herida (no fuera a ser un clavo o un animal o algo que le fuera a producir la muerte) y encontró un cáracol, la punta veía hacia arriba y era eso lo que se le había encajado tan profundamente en el pie. Era casi del tamaño de su mano (¿cómo no lo había visto antes?), tornasol, y, a pesar de haber sido pisado, estaba perfectamente completo. 

Sin importarle ya las olas que la empapaban cada que iban y venían se quedó observando el caracol, se asomó a su interior para ver si no tenía un cangrejo hermitaño dentro (ya una vez le había pasado que al llevarse una conchita del mar su equipaje había apestado por días por culpa de uno de esos animalitos, y la culpa que le dio por ello había sido insoportable). Era algo en verdad hermoso, y se imaginó cómo se vería en su habitación. La colocó en su oreja, para oír el clásico sonido que producen los caracoles cuando los acercas a tu oreja.

«Entra al mar».

Se sobresaltó, retirando el caracol para alejarlo y luego volvió a ponérselo en la oreja, para asegurarse.

«Entra al mar».

Esta vez estaba segura que lo había escuchado, no había ninguna duda, el caracol le había hablado. Su corazón se había acelerado por la sorpresa, el miedo y a la vez la emoción de que algo así ocurriera. Era algo mágico. Volvió a probar.

«Entra al mar».

Pero la marea estaba subiendo, y estaba oscuro. Era mar abierto y su madre le había advertido de meterse más allá de la cintura bajo riesgo de que las corrientes se la llevaran. Eso sería un suicidio. La canción de Alfonsina y el mar vino a su mente, haciéndola derramar una lágrima tan salada como el agua bajo ella como cada vez que piensa en la poeta y su muerte. 

«Entra al mar». Volvió a decirle el caracol. «Encontrarás las respuestas en las profundidades»

Temblando (por el frío, el miedo, la duda, la curiosidad) se puso de pie para internarse en el mar, cojeando por su pie herido y respirando hondo para ignorar lo fría que estaba el agua. Al llegar a la parte donde le llegaba a la cintura volvió a ponerse el caracol en el oído. 

«Debes sumergirte».

No decía que se metiera más, sólo debía agacharse para cubrirse completa de agua de mar. Así que eso hizo, cerrando los ojos y aguantando la respiración. Debajo del agua se colocó el caracol en la oreja. 

Pasó sumergida horas, sin que sus pulmones le suplicaran aire, tampoco sentía ya el frío del agua. El caracol le habló de muchas cosas, revelándole los secretos del mundo, del océano y sobre ella. Cuando volvió a salir a la superficie vio a los delfines saltando a su alrededor. Y sintiéndose más feliz de lo que nunca se había sentido, jugó en las olas con ellos, nado abrazándolos y los siguió a su morada submarina, donde se encontró con otros como ella, con aquellos que habían escuchado los secretos del caracol. 

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“Esta recopilación participa en el Reto anual: 12 meses 12 Relatos 2021 organizado por De aquí y de allá by TanitBenNajash”

Palabras:  774

Y con esto acabamos el reto de este año <3 Sólo fallé en noviembre, aunque ya lo publiqué extemporáneo. 

Gracias por leer. Se agradecen los comentarios ❤

Frutos rojos en tus labios

Dulce y suave, delicioso desde el momento en el que lo muerdes y sus jugos inundan tu boca y escurren por las comisuras. Te relames tratando de atrapar hasta la última gota de sabor. No te habías percatado de que cerraste los ojos para tratar de disfrutar más, concentrando el gusto eliminando la vista, y cuando los abres te sonrojas. 

Ella te está mirando con tanta intensidad que te recorre un escalofrío. Le sonríes tímidamente, sintiendo tu rostro arder porque sabes que te vio mientras que te dejabas llevar por el placer, entregándote completamente al disfrute. 

A modo de reto tomas otra, y esta vez sin cerrar los ojos, hincas los dientes en la delicada piel del fruto. La miras a los ojos mientras te relames y alcanzas una gota que se había escurrido hacia tus dedos. Ella se muerde el labio y sabes que ganasté. Te permites sonreír al tiempo que tragas. 

Se pone de pie, y casi puedes jurar que tu corazón late al ritmo de sus pasos mientras se acerca a ti, el clack clack de sus tacones contra el piso al tiempo de tus latidos. Tomas otra fruta, y tratas de aparentar que no le prestas tanta atención, a pesar de que no despegas tus ojos de ellas, mientras que devoras a ambas, una con tu boca y otra con la mirada.

Llega a ti y se inclina para tomar tu barbilla con una de sus manos. Te estremeces ante su tacto y sonríes recorriendo el plato para ponerlo más cerca de ella. Lo entiende; toma una de las frutas y la acerca a su rostro, pero no la come, sólo la olfatea, pues también su aroma es delicioso y después, sin soltar tu rostro la acerca a ti, a tus labios. Sonríes aún más y abres la boca para dejar que ella introduzca en tu boca el manjar y luego muerdes. Masticas lentamente sintiendo sus ojos perforando los tuyos, como si quisiera entrar en tu mente. Apenas tragas se inclina aún más y captura tus labios son los suyos. Saboreando la fruta con su lengua en el interior de tu boca.

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“Esta recopilación participa en el Reto anual: 12 meses 12 Relatos 2021 organizado por De aquí y de allá by TanitBenNajash”

Palabras:  356

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domingo, 31 de octubre de 2021

La búsqueda

No sé si podría haber evitado los acontecimientos de aquella noche. Lograron romper la barrera de protección que ella había colocado antes de comenzar el ritual. Aún así les costó trabajo atraparla, pues ambos dimos buena batalla. Pero no fue suficiente. Sobre todo yo, que limitado a este pequeño cuerpo, a pesar de mis garras y colmillos, acabé azotando contra un árbol con tanta fuerza que perdí el conocimiento. Debí haberla protegido, fracasé en mi encomienda, y sin embargo, no moriré hasta que ella muera. Ese fue el trato, el intercambio: yo la acompañaría para siempre, asistiéndola con sus hechizos, dándole mi propio poder nacido de la naturaleza, protegiéndola de los peligros, y a cambio ella me ligaría a su línea de vida: mientras ella lo haga yo no moriré, aunque los de mi raza apenas vivan unos años, yo lo haré hasta el instante en el que ella dé su último suspiro. 

Es un consuelo, supongo, saber que sigue viva en alguna parte, que aún puedo salvarla, si encuentro la manera. El problema es que ellos son listos y saben cómo ocultarla bien, incluso si se trata de mí. Algo bloquea nuestra conexión. Ojalá supiera para qué la quieren, ojalá supiera quiénes son. Sé que son hechiceros, y poderosos, pues pudieron derrotarnos, aunque también fue que nos agarraron por sorpresa y que eran más.

Hay otra ventaja que me da el trato que hicimos: y es que también puedo usar magia. No por nada soy su ayudante, su compañero. El viejo grimorio está sobre la mesa, a un lado de los instrumentos y hierbas que a veces utiliza para sus hechizos, y otras para hacer ricas sopas. Encontrar el hechizo es fácil, no sé leer pero ella siempre dibuja los ingredientes de sus hechizos y una ventaja que me da mi conexión primordial con la tierra es que no necesito de cánticos ni conjuros. Un simple hechizo de localización no basta, necesito algo poderoso. 

Sigo el rastro del hechizo hasta un edificio en el centro de la ciudad. En las novelas que ella lee los malvados casi siempre se llevan a sus víctimas a castillos lejanos o a bodegas al borde de las ciudades. Pero este es un edificio cualquiera. La gente camina por ahí sin imaginarse que en el interior, en alguno de los departamentos, tienen prisionera a mi compañera. Entrar será complicado, pues la puerta eléctrica sólo se abre con personas, mi presencia no es suficiente. No hay árboles ni manera de subir para entrar por alguna de las ventanas del tercer piso, que están abiertas. 

Bufo molesto porque algo tan ridículo ponga pausa a mi búsqueda. La solución llega cuando una pareja entra, me escabullo entre sus piernas, esquivando a la mujer que se intenta agachar para agarrarme y subo velozmente las escaleras. 

Pero no es el único obstáculo con el que me encuentro, hay una barrera. Similar a la que ella hizo aquella noche, pero más débil. Puedo saborear la magia: oscura y putrefacta. No presagia nada bueno. Me repele cuando trato atravesarla. No me podía rendir así. Concentro mi propia magia: salvaje y primigenia, y con mis garras desgarro la barrera. 

Eso los alerta, por supuesto, salen a trompicones de la puerta, pero yo ya estaba preparado. Corro hacia adentro y la busco. Tengo apenas unos segundos para llegar a ella, cuando lo hago ellos ya están sobre nosotros. Pero esta vez no logran atraparme, pues soy más veloz gracias a la magia. Rasguño, muerdo, golpeo y ataco con tal rapidez que ninguno de los hechizos ni golpes que ellos tratan de lanzar me da. Cinco contra uno, y yo ni siquiera soy humano. Sin embargo, hay una desventaja que ese hechizo tiene, agota mis reservas de energía a una velocidad asombrosa, por suerte, al mantenerlos ocupados, ella logra zafarse de las ataduras que la retenían y antes de caer vencido por el cansancio, la veo a ella dar los golpes finales a sus captores. 

Despierto a su lado, como todos los días. Los hechos de la noche y el día anterior se sienten como un mal sueño. Me acurruco y ella me acaricia, con voz adormilada me da las gracias por salvarla y me promete darme mis bocadillos favoritos. Sé que no será la última vez que tendré que salvarla o ella a mí, pero ese fue el trato. 

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“Esta recopilación participa en el Reto anual: 12 meses 12 Relatos 2021 organizado por De aquí y de allá by TanitBenNajash”

Palabras:  726

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jueves, 30 de septiembre de 2021

Acrofobia

No es cierto que cuando estás a punto de morir ves toda tu vida pasar frente a tus ojos, a mí sólo me llegó un recuerdo. 

—Aléjate de la orilla 
—la voz de mi madre me sobresalta y casi me provoca que me incline hacia adelante, siento la sacudida en mi estómago, el vértigo—, no sé cuántas veces tengo que decírtelo. 

Doy un paso atrás, despacio y uno más. Cuando estoy lo suficientemente alejado de la orilla me giro y camino hacia ella despreocupadamente. Dentro de mi pecho mi corazón late con fuerza, pero poco a poco, conforme dejo atrás el borde de la construcción siento el alivio relajar mis músculos y mi ritmo cardiaco aminorar. Sonrío. 

—No pasa nada, mamá, no me voy a caer. 

Ella niega con la cabeza y bufa molesta.

—Mejor no arriesgarse. 

Alguna vez escuché que si caes de mucha altura, antes de que tu cuerpo toque el piso, el pánico que te provoca hace que mueras de un ataque al corazón o, por lo menos, pierdes el conocimiento, por lo que cuando te estrellas y tu cabeza explota contra el pavimento y tus huesos se rompen en pedacitos, no te das cuenta. Aún sigo esperando, aún sigo consciente, aún no me muero. 

Supongo que ya me resigne a eso, de hecho lo espero. Me asusta más sobrevivir perdiendo la movilidad de alguna parte de mi cuerpo, más aún quedar parapléjico.

Me chiflan los oídos. ¿Será que ya me voy a desmayar? ¿O me va a estallar el tímpano? ¿O es el sonido del carro de los bomberos y por un momento me acuerdo de la escena de Dumbo donde lo hacen saltar de un edificio en llamas y los payasos lo esperan con un brincolín diminuto. Sonrío ante la ironía de tener las orejas tan grandes y no poder usarlas como el elefantito para volar. 

Dejé de tratar de curarme el miedo con terapia de choque a los quince años, me caí de uno de los árboles a los que me subí con mis primos y duré dos meses con el yeso en el brazo que me rompí. Desde entonces me mantuve lejos de las alturas, dentro de mis posibilidades.

La fiesta era en un treceavo piso. Debí saber que el número auguraba mala suerte, pero nunca creí en esas cosas de la mala suerte y la buena suerte, me burlaba de los supersticiosos. El balcón era el único lugar en el que podía fumar y decidí que era buen momento para tratar de ignorar el miedo, retarlo como solía hacerlo. Me acerqué al barandal, miré las diminutas figuras a la distancia: las luces de los carros, que parecían hormiguitas desde las alturas. Me recargué, empezando a sentir el mareo que acompaña el vértigo. Nadie se esperaba, mucho menos yo, que estuviera flojo. 

Al menos no dolió. Pero lo siento mucho por aquellos que deben limpiar la sangre. Lo siento aún más por mi mamá. 

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Palabras:  463

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martes, 31 de agosto de 2021

Vida y muerte

A tu paso los botones de las flores se abren, extendiendo sus coloridos pétalos hacia ti como una ofrenda, venerándote. El pasto húmedo por el hielo que se derrite frente a ti empapa y acaricia tus pies descalzos mientras recorres el enorme jardín realizando tu trabajo. Sonríes. Habías echado de menos la sensación del brillante sol en tu piel. Las aves se acercan a ti y revolotean a tu alrededor trinando de alegría por volverte a ver, agradeciendo que hayas vuelto, dándote la bienvenida. Te hablan del invierno, de lo crudo que fue, tratan de convencerte para que no te vuelvas a ir nunca más. Tú sólo sonríes y dejas que el zumbido de los insectos te acompañe en tu recorrido. Pero no prometes nada, porque no puedes hacerlo. Hace mucho que este ya no es tu lugar y, aunque vuelves a él cada año, es sólo para cumplir con el trato, para que tu madre no se sienta tan sola. 

Ella te espera en el templo, sonriendo de oreja a oreja y te estrecha entre sus brazos. Te dejas perder por el cariño que se desborda y la rodeas también, ocultando tu rostro en su hombro y aspirando su aroma a tierra, flores y sol. Por los días hacen su trabajo, por la noche ella peina tu cabello como cuando eras una niña y te cuenta los chismes de la familia. Siempre hay, pero ahí donde habitas prefieren mantenerse al margen, rara vez son cosas buenas. Pero a tu madre le encanta contarlas, y tú la escuchas con una sonrisa a medias mientras sus dedos colocan flores para decorar la trenza. Cada noche duermes arrullada por su voz.

Pasan los meses y debes marcharte. Te vas antes de que las flores se marchiten, antes de que los árboles terminen de volverse amarillos y tirar sus hojas; antes de que el corazón te duela.

Desciendes por el túnel que recorriste tantas veces. Aún recuerdas la primera vez que lo hiciste, llena de miedo y duda, de anhelo y curiosidad. Las paredes cubiertas de huesos solían darte escalofríos, ahora es la señal de que te acercas a tu hogar. Las almas de los muertos extienden sus brazos, acariciando la barca que atraviesa el río de las lamentaciones, recibiéndote. 

Porque tú eres vida y eres muerte. La reina del inframundo, la hija de la tierra, la esposa de la muerte. Aquella que trae la primavera, aquella que trae la destrucción. 

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Palabras:  408

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viernes, 30 de julio de 2021

Insípido

El día que ella se fue las cosas dejaron de tener sabor. 

No estoy hablando de en un sentido poético, ni tampoco es una metáfora para decir lo mucho que me afectó su partida. No sólo me pasó a mí, todos en el pueblo dejamos de poder saborear las cosas. 

El primero en darse cuenta fue el hijo del panadero, cuando probó un pedazo de los rollos de canela que recién sacaba del horno. Masticó confundido el pedazo de masa, suave y crujiente al mismo tiempo, perfecto; excepto que no sabía a nada. Lo mismo hubiera dado que masticara aire. Confundido robó un pellizco de las conchas, obteniendo el mismo resultado. Cuando su padre lo encontró habiendo picado todos y cada uno de los panes casi lo agarra a nalgadas, pero decidió probar aquella afirmación tan extraña. 

Doña Corina, la tortillera, fue la segunda en darse cuenta. O en realidad Don José, que le acababa de comprar su acostumbrado kilo de todas las mañanas y se había enrollado su tortilla con sal para írsela comiendo le reclamó, y luego de que ambos se atiborraran hasta confirmar que ninguna sabía a nada empezó el caos.

Pero fui yo la que se dio cuenta de que ella no estaba. Cuando abrí los ojos y encontré la cama vacía a mi lado no me sorprendió, pues ella siempre se despertaba temprano para beber el agua del rocío directo de las flores y recoger las verduras de la huerta, los huevos recién puestos por nuestras gallinas y ordeñar a Matilde, la vaca. Pero luego de que pasaron las horas y ya tenía yo el té de frutos rojos y los sopesitos enfriándose, empecé a preocuparme. 

La busqué, por supuesto, pero no estaba en la huerta, ni en el establo, ni en los jardines, ni en el bosque, ni en el pueblo. Fue ahí cuando me encontré con el panadero y su hijo, Doña Corina y Don José y con los otros tantos que acababan de descubrir que la comida no sabía a nada. Nadie la había visto tampoco.

Ni una cartita me dejó, sólo la tristeza y la falta de sabor a las cosas. 

Ya todos han dejado el pueblo, se han ido a buscar si en otros lados las cosas saben, pero yo aquí la espero, con la esperanza de que volverá, y que, con ella, volverán los sabores. 

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Palabras:  396

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