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lunes, 29 de junio de 2020

Los monstruos que se llevaron a papá || Relato junio


Un abrazo, un beso en la frente y sus últimas palabras: «Pórtate bien, obedece a tu madre y no olvides tus oraciones». Pensó que volvería después de eso, que, como las otras veces en las que se había ido, regresaría en un par de días; pero esta vez no es así.

—Se fue al otro lado para acompañar a tu tío Juan —le explica su madre—, para que no se los lleven.

—¿Quiénes?

—Los monstruos esos que nos prohibieron ir a misa.

Se estremece ante la mención de los monstruos. Nunca los ha visto, pero ha escuchado hablar de ellos, sabe que su papá los combatía en nombre de Cristo Rey y la Virgen, junto con tu tío y el esposo de Gertrudis, la cocinera. Pero no sabe cómo se ven y su mente de ocho años se imagina unas criaturas horrorosas de ojos rojos y garras.

—Se alejaron de Dios y sus designios—dice su madre santiguándose—, quieren convertirnos a todos en monstruos como ellos. Destruirán al país con sus blasfemias.

Agrega unos cuernos enormes y pezuñas a la imagen que tiene de ellos.

—Esos pinches perros del gobierno —escucha decir a Lupita, su nana, a Gertrudis, la cocinera, cuando creen que no escucha— se van a ir derechito al infierno por infieles.

Pelos y colmillos afilados se incluyen.

Atacan el domingo en la mañana, a la hora del rosario. Los gritos de Lupita desde la entrada las alertan con el tiempo suficiente para que su mamá y Lupita oculten los rosarios y las Biblias en sus bolsas y sacaran la baraja de cartas. Ella se esconde detrás del sillón, atemorizada.

Irrumpen con los fusiles en las manos —manos humanas, sin garras.

—Sentimos interrumpir, señoras. —Un hombre grande y bigotón se adelanta a los demás, fingiendo una sonrisa; tiene los dientes chuecos, pero no son colmillos—. Tenemos una orden de aprehensión para su esposo por colaborar con los rebeldes.

Escanea con la mirada la sala, mirando con el entrecejo fruncido, buscando algo.

—Mi marido no está —dice su madre con la voz firme.

—Disculpe que no le crea, señora. —Hace una señal hacia sus hombres—. Muchachos, busquen en todas partes.

Los militares se van con las manos vacías, igual que las dos siguientes veces que van a buscarlo. Cada vez les tiene menos miedo. Los monstruos sólo son personas. Pero aunque los «monstruos» ya no la asustan y el conflicto termina dos años después, su padre no regresa.


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“Esta recopilación participa en el Reto anual: 12 meses 12 Relatos 2020 organizado por De aquí y de allá by TanitBenNajash”

Muchas gracias a Nea Poulain por betearme este relato

Palabras:  409

Este relato transcurre en la Guerra Cristera. Está inspirado en mi abuela paterna, su papá se fue a Estados Unidos junto con su hermano porque les avisaron que los iban a encarcelar por participar en ella (de lado de los religiosos). El señor se hizo pintor en Cleverland, Ohio y formó otra familia. Sí volvió, pero muchos años después, para morirse, el cabrón. Aún así esta escena es completamente inventada, pues ella nunca quiso contarnos de esos días, pero toda su vida estuvo marcada por el trauma del abandono. 

Gracias por leer. Se agradecen los comentarios