Aunque Edimburgo fue mi ciudad favorita del viaje, Dublín casi empata. Es precioso también, y cómo me hubiera gustado que tuvieramos más tiempo para conocer más, y, sobre todo, conocer otros lugares de Irlanda.
Los dos días que estuvimos nos llovió todo el tiempo, la gente que dice que Londres tiene mal tiempo, no ha ido a Dublín, hacía viento frío y lluvia. El lugar donde nos quedamos fue nuestro favorito de todos, pues teníamos una vista al río (estaba en la calle principal) y teníamos baño privado. También fue la única ciudad en la que cocinamos (sin contar el tiempo que estuvimos con el amigo de Manuel, Tony, porque ahí cocinamos todos los días). El primer día salimos a conocer, caminar por ahí y nuestro primer punto fue la ChristChurch Cathedral, me encantó ese lugar, pues es una iglesia gótica preciosa, que me recordaba un poco a Hogwarts, y después sólo caminamos por la zona de Temple Bar. Ese día iba a haber partido de algo y había muchísima gente en la calle, fue muy curioso. En la noche fuimos al pub más viejo de Irlanda, The Brazen Head y comimos lo más delicioso de todo el viaje: Irish Stew (estofado irlandés).
El segundo día (el único completo que teníamos) salimos desde temprano y fuimos a muchos lugares: ChristChurch Cathedral (otra vez, porque leí que valía la pena entrar, la verdad, no lo vale tanto), Saint Patrick's Cathedral, el Castillo de Dublín (aunque no entramos) y mi favorito: Trinity College Library, que es la biblioteca vieja de la universidad donde tienen el Libro de Kells (un manuscrito iluminado viejísimo y precioso), pero además la biblioteca me encantó. También fuimos a la fábrica de Guiness, y aunque yo fui más porque Manuel quería ir, me gustó mucho todo el lugar (sí vale la pena visitarlo e invertir el dinero en conocerlo).
Fue un día muy lindo y en la noche nos preparamos de cenar súper rico. El día siguiente salimos tempranísimo para tomar el avión de regreso a Lóndres, nuestra última parada del viaje.
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