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domingo, 28 de febrero de 2021

El jarrón

Mi abuela tenía un jarrón antiguo en su sala que desde que tengo memoria me atraía. Quería destaparlo y pasaba horas mirándolo desde abajo, pues lo tenía en la repisa más alta del librero repleto de volúmenes desgastados, e imaginándome las cosas que guardaba en él. Era un jarrón sencillo, de barro negro con únicamente tres líneas onduladas y paralelas hechas con pintura dorada. 

Cuando tenía siete años intenté escalar el librero para llegar a él, cuando estaba por alcanzarlo me caí, y me rompí el brazo. «Antes no te rompiste la cabeza» me regañó mi madre.  

A los trece conseguí bajarlo, subiéndome a una silla arriba de otra silla. Por fin pude tocarlo. Era mucho más grande de lo que me había imaginado, pero a pesar de su solidez y tamaño, era increíblemente ligero. Con decepción pensé que seguramente estaba vacío, pero ya había llegado hasta ahí y mi curiosidad no iba a verse satisfecha sino hasta que lo abriera. Tenía ya aferrada la tapa cuando llegó mi abuela. 

—¡¿Qué haces con eso?! ¡Déjalo en su lugar inmediatamente! 

Nunca la había visto tan enojada, así que me asustó muchísimo su reacción; obedecí sin rechistar. 

El jarrón siguió ahí, durante años. Siempre que iba a visitarla lo miraba y seguía sintiendo el mismo anhelo de abrirlo. Pero me aguantaba porque recordaba la expresión de pavor en el rostro de mi abuela y su regaño, y me asustaba.

Cuando mi abuela murió y me heredó el jarrón, en el anexo del testamento decía claramente que no debía abrirlo, era la única condición que debía cumplir para que me lo entregaran. Me costó muchísimo aceptarlo y día con día deseaba romper la regla y abrirlo. ¿Qué habría dentro que no debía ver? Ese pensamiento comenzó a perseguirme día y noche.

Un día no lo soporté más. Destapé el jarrón y me asomé a su interior. Estaba vacío. Mi estómago se hundió y sentí indignación contra mi abuela por haberme prohibido abrirlo, alimentando mi curiosidad de esa manera. No sé qué me imaginé que tendría, pero definitivamente no encontrarlo vacío. Sin embargo, cuando iba a volver a taparlo encontré resistencia, algo empujó mi mano haciendo que la tapa saliera volando. Del jarrón se escapó una ráfaga de viento que fue creciendo hasta convertirse en un enorme torbellino que me arrastró, junto con todas las cosas de mi casa, el edificio entero, los árboles y casas vecinas por varios kilómetros. 

Mientras daba vueltas y vueltas, tratando de esquivar los objetos para que no me pegaran y gritaba disculpas que se veían opacadas por el silbido del viento, los maullidos, ladridos y gritos de otras personas, entendí por qué mi abuela le tenía miedo a las alturas. 

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“Esta recopilación participa en el Reto anual: 12 meses 12 Relatos 2021 organizado por De aquí y de allá by TanitBenNajash”

El prompt era escribir algo inspirado por tu signo del zodiaco. Me costó un montón porque nada de lo que se me ocurrió me funcionaba y entonces leí la entrada de wikipedia sobre Acuario y copio y pego: "En la mitología, Acuario es asociado a menudo con la figura mitológica de Odiseo, rey de Ítaca, cuya historia se cuenta en el mito griego de la guerra de Troya, recogido en el poema épico La Odisea del autor clásico Homero. Se representa a Ulises portando la "jarra de los vientos" entregada por el dios Eolo a Ulises, que contenía todos los vientos contrarios que podían impedirle su retorno a Ítaca". 

Toda la vida me ha confundido mucho que Acuario sea un signo de aire.

Palabras:  452

Gracias por leer. Se agradecen los comentarios