Te dejó en
ese lugar extraño y apretado. Prácticamente no puedes moverte y ni siquiera
puedes sumergir todo tu cuerpo. Aunque el agua ahí tiene una textura distinta y pica un poco, al menos ya no te estás secando. Eso dolía mucho y sentías que
no podías respirar.
Parece una
caverna brillante; las paredes son blancas y suaves, igual que el piso, aunque
tienen unas manchas amarillosas. Hay unas estructuras extrañas, recuerdas que
has visto parecidas en los barcos hundidos que te gustaba explorar en búsqueda
de tesoros. Tu mirada se detiene en la red, un bulto en la esquina pegada a la
entrada, que bloqueó cuando salió prometiéndote volver pronto. Sientes un
escalofrío.
Te
advirtieron de los peligros de la superficie. Pero tu curiosidad pudo más que
el sentido común y desobedeciste. No encontraste nada interesante, para tu
enorme decepción. Estabas nadando de regreso cuando de un segundo a otro te
encontraste dentro de esa prisión. Trataste de escapar, mordiendo con tus
afilados dientes las cuerdas que te envolvían, agitándote desesperadamente
—sólo lograste atorarte más— y cuando sentiste que tiraba hacia arriba sentiste el
terror apoderarse de ti.
Agitas tu
cola y tratas de acomodarte de alguna forma más cómoda, salpicando agua por
todas partes. Se te está acalambrando ante la falta de movimiento. También sientes sueño, pues ya te cansaste de observar todo a tu alrededor. Es tan
aburrido estar ahí. Ya ni siquiera sientes miedo. Aceptas la posibilidad de tu
muerte, sólo esperas que no duela mucho.
Te
preguntas qué harán con tu cuerpo, si te arrancarán las escamas y comerán tu
carne. O si te disecarán y te expondrán para que todos te vean. Eso lo pueden
hacer mientras sigas con vida, también, pero ¿de verdad quieres eso?
Piensas en
tu familia y amigos. No le dijiste a nadie que subirías, por miedo a que te
detuvieran. Ahora te arrepientes. Al menos así sabrían que no escapaste o que no
te fuiste a buscar tesoros por ahí. Quizás sí saben que te capturaron. Si es
así, probablemente creen que ya no vives, y eso te entristece. No debiste ser
tan egoísta.
Cantas. Es
lo único que te queda para pasar el rato mientras que esperas conocer tu
destino. Tu voz rebota en las paredes y hace un eco que regresa a ti y te
rodea. Suena distinto a cuando estás bajo el agua. No sabes si te gusta, pero
definitivamente es algo extraño para ti. Vuelves a cantar, explorando esos
sonidos.
Callas de
pronto al escuchar ruidos que vienen de fuera. Te encoges, sosteniendo tu cola
con tus brazos para tratar de ocultarte en vano. Tu corazón late desbocado ante
el miedo que regresa a ti, la resignación previa se esfuma de pronto. Has
escuchado cosas horribles sobre los humanos toda tu vida.
La puerta
se abre. Mientras te cortaba la red atacaste con dientes y uñas, así que sabes
que esas cicatrices en sus brazos y rostro fueron causadas por ti. Esperas que
al menos te tema y eso haga que no se acerque de nuevo. Aunque quizás eso no
sea tan bueno, necesitas un lugar con más espacio y más agua.
Sin
embargo, sonríe.
—Vuelve a
cantar. Por favor.
Ya no
tienes miedo.
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“Esta recopilación participa en el Reto anual: 12 meses 12 Relatos 2020 organizado por De aquí y de allá by TanitBenNajash”
Muchas gracias a Nea Poulain por betearme este relato.
Palabras: 539
Gracias por leer. Se agradecen los comentarios ❤
Me gusta como ya siento los relatos mas tu, con esa mezcla de fantasía y cosas darks de fondo. Y me gusta. Lo que no me gustan son las sirenas, pero esta en especifico me inspira compasión. Otra cosa que me gusta es tu avance, cero que decir sobre las cosas técnicas, nea te tiene bien cubierta siguele haciendo caso. *¨se va a leer el del mes porque esta bien atrasada con los relatos
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