Un abrazo,
un beso en la frente y sus últimas palabras: «Pórtate bien, obedece a tu madre
y no olvides tus oraciones». Pensó que volvería después de eso, que, como las
otras veces en las que se había ido, regresaría en un par de días; pero esta
vez no es así.
—Se fue al
otro lado para acompañar a tu tío Juan —le explica su madre—, para que no se
los lleven.
—¿Quiénes?
—Los
monstruos esos que nos prohibieron ir a misa.
Se estremece
ante la mención de los monstruos. Nunca los ha visto, pero ha escuchado hablar
de ellos, sabe que su papá los combatía en nombre de Cristo Rey y la Virgen,
junto con tu tío y el esposo de Gertrudis, la cocinera. Pero no sabe cómo se
ven y su mente de ocho años se imagina unas criaturas horrorosas de ojos rojos
y garras.
—Se
alejaron de Dios y sus designios—dice su madre santiguándose—, quieren
convertirnos a todos en monstruos como ellos. Destruirán al país con sus
blasfemias.
Agrega unos
cuernos enormes y pezuñas a la imagen que tiene de ellos.
—Esos
pinches perros del gobierno —escucha decir a Lupita, su nana, a Gertrudis, la
cocinera, cuando creen que no escucha— se van a ir derechito al infierno por
infieles.
Pelos y
colmillos afilados se incluyen.
Atacan el
domingo en la mañana, a la hora del rosario. Los gritos de Lupita desde la
entrada las alertan con el tiempo suficiente para que su mamá y Lupita oculten los
rosarios y las Biblias en sus bolsas y sacaran la baraja de cartas. Ella se
esconde detrás del sillón, atemorizada.
Irrumpen con
los fusiles en las manos —manos humanas, sin garras.
—Sentimos
interrumpir, señoras. —Un hombre grande y bigotón se adelanta a los demás,
fingiendo una sonrisa; tiene los dientes chuecos, pero no son colmillos—. Tenemos
una orden de aprehensión para su esposo por colaborar con los rebeldes.
Escanea con
la mirada la sala, mirando con el entrecejo fruncido, buscando algo.
—Mi marido
no está —dice su madre con la voz firme.
—Disculpe
que no le crea, señora. —Hace una señal hacia sus hombres—. Muchachos, busquen
en todas partes.
Los
militares se van con las manos vacías, igual que las dos siguientes veces que
van a buscarlo. Cada vez les tiene menos miedo. Los monstruos sólo son
personas. Pero aunque los «monstruos» ya no la asustan y el conflicto termina
dos años después, su padre no regresa.
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“Esta recopilación participa en el Reto anual: 12 meses 12 Relatos 2020 organizado por De aquí y de allá by TanitBenNajash”
Muchas gracias a Nea Poulain por betearme este relato.
Palabras: 409
Este relato transcurre en la Guerra Cristera. Está inspirado en mi abuela paterna, su papá se fue a Estados Unidos junto con su hermano porque les avisaron que los iban a encarcelar por participar en ella (de lado de los religiosos). El señor se hizo pintor en Cleverland, Ohio y formó otra familia. Sí volvió, pero muchos años después, para morirse, el cabrón. Aún así esta escena es completamente inventada, pues ella nunca quiso contarnos de esos días, pero toda su vida estuvo marcada por el trauma del abandono.
Gracias por leer. Se agradecen los comentarios ❤
Me ha gustado mucho, sobre todo la forma en que se aborda y la imaginación de la niña, creando monstruos en su cabeza porque es lo que le han dicho que son.
ResponderEliminarGonna said nothing i like it. Usaste super bien tu espacio. Una escena cortita y concisa, con lo necesario desde la perspectiva infantil. Pero me llamo mas la atención la nota, la verdad. sobre todo porque mi familia paterna igual andaba en el argüende.. pero con el gobierno. LOL
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